lunes, 26 de marzo de 2012

Caballos y ahorro de energía

En alguna ocasión, a todos nos han contado que los caballos pueden dormir de pie, aunque si nos paramos a pensar, resulta difícil de entender cómo es posible que un animal de más de 300 kg, pueda relajarse hasta el punto de llegar al sueño, sin que se le doblen las patas y caerse al suelo. El secreto de esta capacidad hay que buscarlo en sus extremidades, tanto anteriores como posteriores, que presentan una disposición anatómica muy especial en sus músculos, tendones y articulaciones, que les va a permitir estar parados durante mucho tiempo sin necesidad de reposar, y por tanto, disfrutar de periodos cortos de sueño a lo largo del día o la noche.


La función del miembro anterior es la de soportar el peso del tronco, cuello y cabeza, y ello lo hacen gracias a la potente unión muscular existente entre la cara medial de la escápula y el tronco mediada por los músculos serratos ventrales.



Por otro lado, los huesos, las articulaciones y los músculos de esta extremidad presentan una disposición especial. Los ángulos de las articulaciones del hombro, codo y carpo requieren que la musculatura situada a cada lado de ellas, mantenga el cuerpo en equilibrio mediante un ajuste mínimo. A esta característica, añadimos otras dos: la primera es que los músculos presentan un importante contenido tendinoso, es decir, que además de las fibras musculares, son muy abundantes los componentes de tendón (que no se fatiga al mantener la tensión) y la segunda, que los ligamentos presentan una gran robustez que ayuda a mantener las articulaciones en esa posición.




La consecuencia de estas tres peculiaridades anatómicas, es el desarrollo de un aparato de sostén de tipo tendinoso-ligamentoso que permite al caballo soportar el peso de la parte delantera del cuerpo con un gasto muscular mínimo. Es el llamado aparato de sustentación pasiva.

El miembro posterior presenta un desarrollo muscular mucho mayor, y además de soporte, sirve para propulsar al animal. Si hiciéramos un símil con los coches, podríamos decir que los caballos tienen “tracción trasera”. No obstante, cuando el animal está parado, también en estas extremidades existe una disposición especial de músculos, articulaciones y huesos que constituyen otro aparato de sustentación pasiva. En este caso, permite al animal dejar “bloqueadas” las articulaciones de la rodilla y el tarso, de tal manera que el único gasto energético que tiene el animal si está apoyado sobre esa extremidad, es mantener la posición de la articulación coxo-femoral (la cadera).

¿Y cómo puede el caballo dejar fijas las articulaciones de la rodilla y el tarso? La respuesta debe buscarse en dos lugares: por un lado, las características de la rótula y los ligamentos de la articulación femoro tibio rotuliana, y por otro, en la disposición de los músculos y tendones situados en la región de la pierna (en el entorno de la tibia).



La rótula se desliza por un canal del extremo distal del fémur que recibe el nombre de tróclea. Los bordes de este canal son asimétricos, siendo el medial mucho mayor que el lateral. Si cuando la rótula está en su posición más alta, los músculos de la cara interna del muslo (sartorio, gracilis y semimembranoso) tiran de ella hacia dentro, ésta queda trabada en ese borde medial de la tróclea, produciéndose el bloqueo de la articulación (enganche).
Los músculos de la región de la pierna, dispuestos de manera anterior y posterior a la tibia, se insertan en el tarso y metatarso transmitiendo de forma coordinada los movimientos de la rodilla, pero si ésta está trabada, se ven trabados igualmente, bloqueando a su vez la articulación del corvejón (tarso) y permitiendo al animal descansar su peso en esa extremidad con un gasto energético mínimo, y pudiendo dejar la extremidad opuesta relajada y apoyada exclusivamente en el borde anterior del casco.

Cuando ha transcurrido un tiempo y el animal quiere cambiar de postura, se produce el movimiento contrario: el cuádriceps femoral, tira de la rótula hacia arriba, a la vez que el bíceps femoral tira de ella hacia lateral, volviendo ésta a su posición normal en la tróclea y desbloqueando la articulación. Ese desbloqueo, se transmite al tarso por el mismo mecanismo músculo-tendinoso que hemos mencionado anteriormente. Así, el animal, puede cambiar el peso, dirigirlo a la otra extremidad, que "bloquea" en ese momento, y seguir descansando con el ahorro de energía que ello conlleva.